
Las vírgenes sagradas del antiguo Perú recibían los nombres de Aclla Chinan y Punchan Chinan, esto es, Vírgenes del Sol.
En el Cusco y otros lugares tenían para su alojamiento vastos edificios de gran alarde arquitectónico, cuyo muros de sillería estupendamente labrados son el mejor testimonio de la pericia de los arquitectos incaicos.
Estas mansiones eran severamente vigiladas, par que nadie pudiera turbar la paz ni mancillar la doncellez de tan prestantes criaturas.

Al terminar el dicho noviciado, obtenían las condición de Huamac y eran presentadas al Inca y al Sumo Sacerdotes. El primero podía reservar algunas para si o bien casarlas con los orejones o nobles cortesanos, con los curacas y demás personajes prominentes del gobierno o del ejercito, habida en cuenta la categoría social de cada una de las Huamac. Las restantes quedaban definitivamente consagradas como vírgenes del Sol y volvían al Coricancha, o templo del Sol, en donde se recluían por el resto de su vida, para dedicarse en un todo el culto de Inti, el Sol del Cielo, y la confección de tejidos finísimos para vestir al Inti de la tierra, así como también par tosa la familia del Soberano.
Todas las vírgenes del Sol eran designadas con el nombre de Mammacomas