El demonio se escondió en un puquio y cuando la muchacha fue
por agua el diablo salió debajo de la tierra y le comenzó a hablar. Entonces la
niña se encomendó a Nuestro Padre San Agustin y el demonio quedo convertido en
toro. En toro color barroso.
Añay Rupac asusta a los cristianas. De entre su manada sale
bufando, bien sucio su pellejo barroso: luego desaparece. Por eso, se dice, el
pueblo se fue secando poco a poco hasta quedar solo ruinas.