
Teme las miradas demasiado vivas de los hombres y se descorre como una soguilla de colores por el cielo.
Unos muchachos se pusieron a buscarle los pies. Como tiene los dedos del cristal, los esconde y no los pudieron encontrar. Luego apedrearon al Turmanye.
Cuando se entra en el cuerpo de algún hombre o mujer enferma gravemente y para que sanen se les da a desovillaz una bola de lana de sietes colores.