El Hombre Que Convivia Con La Duende

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En el distrito de la Encañada vivía un señor dedicado al negocio de la coca, motivo por el que viajaba continuamente de ese lugar de la provincia de Celendin, pasando por Cajamarca. En uno de esos viajes se encontró con unos amigos en una casa cerca a la Encañada libando con ellos varias copas de aguardiente, después de lo cual y ya entrando la noche, prosiguió  su camino, pero vencido por el sueño decidió descansar un rato en el sitio llamado El Chicche, junto al puquio que en ese lugar existe.

Efectivamente, asegurando a su cabalgadura, se acostó en la pampa a dormir. Ya serian las once de la noche cuando se despertó notando con gran sorpresa que a su lado también se había acostado una mujer muy hermosa, blanca y de pelos rubios, la misma que notando que se había "recordado" le insinuó para que tuviera relaciones sexuales

Al principio se resistió, pero como la mujer insistía practicaron el acto, después del cual le recomendó que ya no tuviera relaciones maritales con su esposa, que ella iba a proporcionarle la buena suerte para que prosperara en su negocio y que solo con ella conviviera propuestas a las que el hombre, ya enamorado, accedió.

Desde entonces procuro no cohabitar con su esposa, e incluso pasaba muy largas temporadas en la casa que tenían en el Pueblo Nuevo, (barrio de Cajamarca). Su señora se dio cuenta que algo raro le estaba pasando, puesto que no podía tratarse de asuntos del negocio, ya que la suerte les favorecía enormemente llegando a tener mucha plata.

Intrigada la mujer, una de esas veces, envió al mayor de sus hijos para que viera lo que su padre hacia en Cajamarca. Efectivamente el muchacho llego a la casa y sorprendió a su padre con una mujer gringa en la cama.

Con esta novedad regreso a donde su madre, a quien contó lo que había visto. L a señora decidió constituirse personalmente a la ciudad de Cajamarca y ella misma vio, desde una casa vecina que por las noches ingresaba después de su marido, una mujer muy blanca y rubia, pero al día siguiente solo salia de la casa el marido y no la mujer. Un día decidió ingresar al domicilio para ver que es lo que se quedaba haciendo la mujer, mas con gran sorpresa no encontró a nadie y mas bien percibió cierto olor a azufre y que de la pared se habían descolgado sus estampilas.

Alarmada contó del hecho a una comadre la misma que le dijo que probablemente su marido estaba ya compactado con la duende, aconsejándole que tan luego viera que la mujer se metía a la casa ella también se presentara portando un crucifijo de acero, del que no debía desprenderse en ningún momento. En efecto al día siguiente espero el momento oportuno e ingreso a la casa, sorprendiendo a su marido con la duende echados en la cama. Entonces ella, enseñando el crucifijo le dijo:"si no ha de ser mio no ha de ser de nadie" y dio muerte al hombre que no atino a defenderse.

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