Leyenda del Cerro de Tucume y la Huida a Egipto

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Hacua el este del actual pueblo de Tucume y proximo al cerro de la Raya o cerro Rajado, existió el pueblo conocido con el nombre de Tucume Viejo, que fue destruido por las inundaciones, que en diferentes épocas se sucedieron en aquellas regiones. En  dicho cerro existía un templo donde se veneraba una imagen, pero cuando el pueblo fue destruido, la imagen de la Virgen desapareció, sin saberse como y sus habitantes, al notar su falta, se dedicaron a buscarla, habiéndola encontrado en otro cerro cercano al actual pueblo de Tucume y que lleva, por este motivo, el nombre de cerro e la Virgen.

En aquellos  tiempos los Dioses platicaban con los hombres y los visitaban, y fue por esto que la Virgen, que fue encontrada en compañía de su hijo, quien se ocupaba de dar tajos o de hacer en el cerro, de donde el nombre de cerro Rahado, les dijo, que no regresaría al pueblo si antes no le construían un templo adecuado y solido, como para que no volviera a ser destruido y en el cual pudiera guarecerse ella y su hijo, del Sol, del frió y de la lluvia.

Cumplida la promesa o mejor dicho la orden se noto que en el cerro de la Virgen donde se construyo la iglesia solicitada, aparecían unas rayas o cortes, que eran los tajos que daba el Niño cuando se entretenía, jugando en el duelo se notaron las huellas de un pie de criatura, descalzo y perfectamente modelado, donde el Niño Dios piso y además, fue hallada una fuente de medio metro cuadrado, donde la Virgen se lavaba y peinaba lo mismo que su hijo.

Existen pues, en realidad, dos vírgenes y dos cultos. Una es la venerada en Tucume, es la primitiva y la otra tiene su culto en Ferreñafe, es la sustituta. Cada año, esta la fiesta de aquella deja su pueblo y se establece, por dos o tres días, en Tucume, reviviendo usa la tradición y la leyenda que sostiene que la virgen, en una huida e Egipto descanso por tres días en Tucume, en el mismo cerro y aprovecho de su estancia para reposar ella y su hijo, haciendo jugar a este, mitigigando ambos la sed y aseándose en la laguna creada por un milagro.

En la edad Moderna, la fe en esta leyenda ha creado otra, que consiste en que cada mujer que se encuentra encintan deberá ir a la laguna, la cual aumenta en tamaño y caudal precisamente en los días de la romería, sacara un poco de tierra de sus orillas rezara con toda devoción y tomando de ese polvo, con un poco de agua caliente, tendrá asegurado un parto feliz y rápido.

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