
Así caminando vivía ese runa. Su familia se amargo por eso. Después el se fue al monte y se perdió uno o dos años.
Para andar en la selva siempre llevaba cuatro chontas o patas de pona.
Una vez los runas lo han pillado y le han preguntado. No quiso contar.
Quisieron agarrar esas patas de chonta, no quiso. A la fuerza le querían quitar entonces el hombre se rabio, se llevo las chontas y se largo al monte, hablando como Wangana-"te ....te....te....".
Ese runa tenia muchas Wanganas cerca de su casa. Cuando se molesto se fue lejos, bien adentro llevandose a todas las Wanganas. Cuando corrió, sus paisanos le siguieron por detrás:-Lo agarramos!- decian.
Cuando se vio perseguido se hizo igualito a Wanganas, llamándolas con su bocina corrió la manada. Por eso, hasta hoy día roncan las Wanganas; es su kuraka.
Si no hubieran reñido a su jefe, como chanchos estarían esas Wanganas cerca de nuestras casas, dicen.