El Hombre Vestido de Negro

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En la casa colonial que existía en la intercepción de la calle Guadalupe con la de Silva Santisteban, domiciliaba una familia española de alta alcurnia, constituida por los padres, ambos muy estimados y dueños de haciendas y tres hijas ya señoritas a cual mas bella y todavía solteras.

Una noche se celebraba con gran esplendor el cumpleaños de una de ellas, probablemente la mas bonita, a eso de las once de la noche cuando la fiesta estaba todavía muy animadas, de súbito se abrió con gran estrépito la puerta de la calle para dar paso a un caballero elegantemente vestido de negro, de tez sonrosada, de abundante barba media rojiza, alto y de gentil porte.
El Hombre Vestido de Negro

El caballero a quien nadie conocía y sin que pudiera explicar su presencia, fumando un gran cigarro que desprendía chispa y un olor sulfuroso a la sala en donde se desarrollaba el baile y pidió a los concurrentes que abandonaron la habitación. Los invitados y dueños de casa sobrecogidas de espanto, unos trataron de salir del salón mientras otros se arrodillaban para rezar y de esta alboroto y pánico el caballero de negro aprovecho para raptar a la dueña del santo y desaparecer tan misteriosamente como había llegado.

Así en esta forma tan desusada, concluyo la fiesta. Los amigos de la casa regresaron al día siguiente con el objeto de averiguar como había sucedido las cosas, pero con gran sorpresa comprobaron que la mansión había sido abandonada sin que nadie diera razón a donde se habían dirigido sus dueños, de quienes no se supo nunca nada mas. Este extraordinario suceso dio pie para que el jirón en que se hallaba ubicado la casa se le conociera con el nombre de la calle del "bolsillo del diablo".

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