El Inca Dios

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Hace tantos años que se pierden en la oscuridad del tiempo, las chamas vivían cerca del ´pueblo del Cumeni, y tenían por kuraka a un niño de extraordinarias facultades y poderes, pero de mezquina índole. Le llamaban Inca Dios a veces, y otras Inca miserable(Inca Yuashi)

Hasta en lo mas elemental, como es el uso del fuego el joven Kuraka hacia gala de su egoísmo, pues, prohibía a sus vasallos que lo usaran y solo a el estaba permitido  gozar del fuego. Los súbditos tenían  que conformarse con el calor del sol.

En cambio entre sus facultades, tenia la de ser un eximio pescador era suficiente que el echara las redes para que tuviera su canoa llena de peces, mientras los demás, después de mucho bregar, apenas si conseguían lo suficiente para no morir de hambre. Por lo que cansado de su falta de generosidad y envidiosos de sus poderes, los chamas planearon matarlo.

Para llevar a efecto su plan, lo llevaron con engaños a un lugar donde había una ciénaga y allí lo hundieron para que, vivo, lo absorbiera el maloliente pantano.

El Inca DiosQuiso la suerte del muchacho, que a poco de abandonarle sus enemigos a una muerte segura, acertó a pasar por allí el único amigo que tenia, no obstante sus defectos, y este a pesar de la obstinada posición de su mujer, que lo acompaño, se acerco al escuchar sus gritos y logro salvarlo.

Para castigar a sus criminales súbditos, el inca dios determino enviarles la muerte por medio de una tremenda tempestad seguida de torrenciales lluvias que no dejaron nada en pie.

Antes de esto advirtió a su leal súbdito lo que iba a suceder y le mando que, para salvarse, subiera a lo mas alto de un árbol de huito que le señalo, después de los cual, desapareció.

Momentos antes de la catástrofe, un lorito fue trasladando con su pico carbones incandescentes de la casa del inca dios y los fue colocando en lo alto de una capirona desecada que por allí había. Cuando el fuego comenzó a apagarse, un enorme gavilán llego y se coloco encima mientras batía sus grandes alas para reavivarlo.

El chama trepado en lo mas alto del huitoto con su niño observaba la extraordinaria escena y otra, no menos increíble. Un descomunal molusco acuático  (el churo) iba rodeando la selva, al mismo tiempo que profería extraños gritos con los que anunciaba la muerte.

Todos este espectáculo le lleno de pavor, y mas cuando a los pocos minutos empezó la tempestad predicha por el Inca Dios.

Grandes y fortísimos truenos hicieron bambolear la selva entera, y luminosos rayos alumbraban el horror que se iba produciendo paulatinamente; una torrencial lluvia hizo desbordar ríos y lagunas cayendo incesantemente. Todos los seres salieron de sus madrigueras, mientras sus gritos y aullidos se mezclaban con los plañideros aves de los setebos, que paralizados se terror, solo acertaban a rogar, cantando con lacrimosa voz una canción plegaria que los chamas conservan hasta hoy;:

          Yamue, yamue nete                                    Oscuro, oscuro día
           Nara kenyamay                                         Nosotros no queremos
          Shahuan, shahuan nete                               Día de guerra no queremos
          Nura kenyamay etc.                                   Venid, venid padre etc.

Ninguno de los chamas que quisieron eliminar al inca-dios, se salvo de morir ahogado.

Cuando la tranquilidad volvió a reinar en la castigada selva, el shepebo trepado al huito se salvo solo con su hijo y ansiosamente esperaba que bajaran las aguas para descender del árbol. Su mujer que se opuso a que ayudara al inca-dios, quedo convertida en comegen, como castigo de esto.

Mientras esperaban, se alimentaban con las frutas del árbol y de cuando en cuando, arrojaba el padre, una para medir la profundidad de las aguas.

Por fin, al tirar un huito, sintió  el choque de este con la tierra, lo que le anunciaba que las aguas ya habían bajado. Entonces descendió ágilmente y no vio a nadie. Tuvo que convencerse de que era el único superviviente con su hijo, este desde lo alto del árbol grito pidiendo su ayuda; el indígena subió rápidamente, mas solo pudo ver como el niño se convertía en un huancahui que salió volando. Entristecido e impotente, debía conformarse con la realidad de saber que estaba solo, hambriento y sin esperanza de encontrar nada, pues todo había sido destruido.

Por centésima vez volvió a mirar a su alrededor, y con sorpresa vio a una vasija llena de chapo (mazamorra de plátano) uno de sus alimentos preferidos.

Al secarse mas lo arboles, nuestro hombre construyo su choza en el mejor sitio que pudo encontrar y se puso a trozar en buen espacio de la selva para formar y sembrar su chacra.

Sin saber como, le venia sucediendo algo misterioso; cada tarde al volver a casa, se encontraba con la vasija llena de chapo con lo que aplacaba su apetito y satisfecho se iba a dormir. Pero la curiosidad por saber de donde prevenía la oportunidad ayuda, hizo que en vez de proseguir sus tareas, se quedase en acecho oculto por el ramaje, detrás de su choza... Allí estuvo hasta que escucho los gritos de un loro que llego, dio varios revoloteos alrededor de su vivienda y se alejo volando; el siguió esperando,,, Por fin percibió pasos, ruidos de ramas secas quebradas y pisadas que hallaban la maleza acercándose cada vez mas y, ¿Qué vio?; sus incrédulos ojos contemplaban la silueta de dos lindas muchachas que portando una mocahua (vasijas) se dirigieron a su cabaña donde penetraron.

Al ver aclarado tan agradablemente el misterio de los incógnitos bienhechores, entro sigilosamente a su monarca y dando un salto sujeto fuertemente una de las mujeres; ella le dijo: "Suéltame, no me tomes a mi sino a mi ama, que es mas bonita y lo merece mas"

"A ti te tomare por mujer le respondió el chama. Y así fue. Formo nuevamente su hogar, y de ella, tuvo muchos hijos pero sucedía algo inconcebible; sus niños crecían muy aceleradamente a los diez o doce meses alcanzaban el tamaño y desarrollo de una persona de veinte años.

Sin embargo, su vida transcurría plácidamente y sin privaciones, pero sin mas relación que la de su propia familia; hasta que una mañana le despertó el rumor de infinidad de voces extrañas cerca de su cabaña; rápidamente se asomo a mirar, y ¡cual no seria su sorpresa! Al ver toda una tribu  de cunibus que hablaban su mismo idioma y se vestían parecido a el. Demás esta decir que trabaron amistad y sus relaciones se conservaron cordiales.

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