Caribaserini

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Es la Reina de los Katzari o paucar, ave de lindo plumaje. Vive en los cañaverales. Una de sus historias es la siguiente:

Había dos hermanos que no se llevaban bien, por los celos, pues uno era casado y el otro no. Ambos vivían en la misma casa. Y no es nada raro que le cuñado mire mas de lo honesto y conveniente a la mujer de su hermano.

Caribaserini
Sea lo que fuere, el mayor, que era el casado, decidió deshacerse de su hermano menor. Salieron de caza un día, siendo el objeto de sus apetencias los niños de los sobredichos paucar. Los cuelgan de arboles muy altos y en ramas delgadas, escogiendo prudentemente las mas avanzadas puntas, a donde difícilmente puedan alcanzar ni los mas astutos animales. Y se al lado hay un nido de avispas, tanto mejor.

Son muy elegantes y vistosos estos nidos, que cuelgan en forma de largas bolsas, cerrados por todas partes, menos por un pequeño agujero que sirve de entrada. No pensaban nuestros machinguegas destruir los nidos y llevarse las crías. Bien saben ellos que les seria imposible. Querían solamente colocarse algo cerca para no errar la puntería se sus flechas, disparadas a los pájaros que salían y entraban en el nido.

Como el árbol se fuese corpulento para gatear por el, hicieron un trampolín de cañas y lo amarraron a otro mas pequeño. Treparon por este e inclinaron su copa hacia el mayor hasta tenerlo cerca. Tiraron la barbacoa y la sujetaron con sogas de monte a una muesca que en el grueso tronco hicieron.

Lista la trampa, dijo el mayor al menos; sube tu primero, que eres mas ágil. Así lo hizo, mientras el otro miraba desde el suelo. Ya bien arriba, y cuando ya había pasado sobre la pasarela a una de las ramas, desde donde podía espiar a las aves, corto el mayor la soga que sujetaba la trampa al árbol delgado. Se vino ella al suelo y quedo encaramado en la altura, sin y poder bajar, el infeliz machinguenega. Un tronco grueso, alto y pelado no es posible gatearlo ni para subir ni para bajar. Su hermano lo había traicionado.

Apenas, rompió a llorar amargamente, sin que sus lamentos enternecieran el corazón del otro. Dejándolo allí, se fue corriendo a casa. Era a la puesta del sol, momento en que los paucares suelen salir de sus nidos. Así lo hicieron. Mas altos que el machinguenga de esta historia, pues no lo podía alcanzar ni tenia alas como ellos para descender de aquellas alturas. Sus cantos parecían un burla al malaventurado cazador.

De pronto , oyó un silbido a su espalda. Miro, y no vio nada. Creyó que fuera su hermano, que al fin se compadecía el. Todo en vano. Sumido la tétrica noche lo iba cubriendo todo. Los pájaros seguían en sus vuelos. De pronto, otro silbido. Esta vez vio junto al tronco a un personaje misterioso y desconocido. Era el Casibarerini, que se paseaba como gente al pie del tronco, vestido de blanco.

-¿Que te pasa?, le pregunto el muchacho.

-Que mi hermano, respondió este, enojado conmigo, me dejo aquí abandonado.

-No te preocupes, que allá voy. Y de un vuelo estuvo a su lado. Nada extraño, siendo como era la Reina de los Paucares, y , para mas, uno de tantos diablos. Se acerco al joven y la ofreció pintura del achiote llamado Katzaribotzote.

-Píntate, le dijo. El se pinto

-Cierra ahora los ojos. Los cerro. Cuando quiso abrirlos, ya estaba en el suelo.

Entonces, el malvado Casibarerini le dio las siguientes instrucciones: toma esta achiote, vete y pinta a tu hermano y a su esposa con el. Luego veras los resultados. Hizolo así. Al llegar a casa, estaba sola la cuñada. Quiso entrar sigilosamente, pero ella se dio cuenta y le saludo con el ritual de costumbre: ¿Pukaibi?,"¿has venido?". El no contesto palabra, con lo cual supuso ella que estaba enojado y seria capaz de cualquier cosa. Se fue inmediatamente a buscar a su marido que estaba echando el anzuelo.

Llego este y saludo al hermano en la misma forma. Le contesta, tratando de disimular su enojo; Si , he venido. Y añadió: Tu me dejaste traidoramente incomunicado arriba en el árbol y te enfadaste conmigo. Pero un pájaro me trajo esta ,maravillosa pintura, con la cual me hice leve como el viento y pude bajar de allí. ¿Quieres que te pinte a ti también con ella?

-Bueno, repuso el hermano. Los pinto a los dos, marido y mujer, saliendo luego a toda velocidad, pues el mismo no sabia los que le iba a pasar. En el mismo momento, y como por encanto, aparecieron por la casa toda clase de animales que les hacían la vida imposible: el yay o tzitarato, hormiga que anda en colonia sin fin, avispas, sapos, culebras, mosquitos que empezaron a morderles y picarles, cada uno con sus armas ofensivas. Se acercaban marido y mujer al fuego y este les abrazaba. Iban al rio, y lo mismo peces los mordían. A cualquier parte que fueran, no encontraban un momento de reposo. Por fin, entre todos los animales, acabaron con la ´pareja.

El hermano menor, agradecido, fue a vivir con la Reina de los paucar, el mismísimo Casibarerini, un verdadero diablo hecho pájaro.

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