Así contaban esta historia nuestra viejos.
En el tiempo de antes había una casa en la selva, ahí Vivian Quindi y Acangau. Acangua era un hombre muy charlón, muy hablador.(Acangua es un pájaro de la selva que grita muy fuerte. Muy conversón). Quindi, el colibrí, era un hombre muy vago, le gustaba dormir hasta mediodía. En la casa vivían también 3 mujeres. Pucsiri, Oncolo y Jubin. Pucsiri tenia dos piernas muy largas, y era muy flaca, por eso recordaba una flauta larga. Oncolo y Jubin en cambio eran gorditas. Oncolo para sembrar, tenia un palo muy bueno, el Quinguibualiru, así mismo tenían otro palo dicho Nobihualiru, especial para sembrar la yuca (para hacer los huecos). Esas mujeres tenían el poder de hacer crecer muy bien la yuca, sabían sembrar muy bien, por eso comían solo yuca grande y dulce. Acangau siempre se levantaba de noche para ir a trabajar en su chacra, para ir a tumbar los árboles con su hacha.
Quindi en cambio iba a
la chacra cuando ya el sol estaba a medio camino y también se ponía a tumbar arboles
(para ampliar la chacra). Las tres mujeres tenían a Acangau en mucha consideración,
en cambio a Quindi no le hacían valer para nada “Hombre vago” le decían. Todas
las veces primero servían a Acangau, le daban de tomar la mejor chicha, bien espesa
y fuerte, le brindaban la comida más rica, después le pasaban a Quindi cualquier
cosita, le daban de tomar una chicha que era pura agua. “Acangua es un gran
trabajador”. Diciendo asi, le daban mucha comida.
Un día Acangua y
Quindi se pusieron a hacer una competencia entre ellos: - Ya vamos – dijeron – hagamos
la prueba para ver quien es el mejor trabajar una hectárea de puro maíz,
Acangua, para lucirse mas frente a las mujeres, regresaba a la casa para dormir
no más, salía apenas surgía el sol y regresaba después que este había bajado.
Entonces las mujeres se dijeron: Vamos a
ver como ha trabajado Acangua, de que porte tiene hecho el desmonte.
Se fueron y cuando
llegaron vieron que no había ningún trabajo. No se veía ninguna chacra, Acangua
no estaba por ningún lado. Mirando mejor le vieron encima de un cerro, que
estaba subiendo, cargando una piedra hasta arriba y después la hacia rodar para
abajo, vuelta volvía a subirla, vuelta la hacia rodar y así seguía jugando.
Acangua nunca había
empezado a trabajar, todos los días se pasaba así jugando con la piedra.
Entonces se quedaron muy sorprendidas las mujeres y se enojaron: ¡Mira qué
clase de hombre ha sido! Nada mas un burlón que no sirve de nada y nosotras a
tratarle bien, a darle toda comida. No ha trabajado nada, a fuerza de hacer
rodar su piedra, al cerro le ha vuelto todo plano.
Después de haberse
dado cuenta de todo, sin hacerse ver, regresaron a la casa para ponerse a
cocinar: Esperamos esta tarde – dijeron – le haremos ver a ese Acangau burlón
que nos ha engañado hasta ahora, ¡vago y mentiroso!. La misma tarde se cumplía el
plazo establecido para la competencia. Quindi fue el primero en llegar.
Entonces las mujeres rápidas le presentaron una comida muy rica, que habían preparado
para él y también le dieron una chicha espesa: “Esto es para ti, Quindi le decían”
– hermanas – les contesto Quindi – denme lo de siempre, agüita no más, ya que
siempre me han brindado así ya estoy acostumbrado. Así soy yo, el colibrí, las
generaciones futuras se recordarán de mi y dirán: “Como aguado como el colibrí saliendo
de la casa, transformándose en pájaro, en colibrí. Se fue enojado con las
mujeres.
Entonces estas se
quedaron esperando a Acangau. Acangau llego cuando se hacia de noche, las
mujeres le presentaron su comida, un caldo en donde habían mezclado ají fuerte
y unas hierbas bien irritantes, lo habían preparado, todas despechadas, diciendo:
- Que se bañe también en esto”. Así dijeron el caldo a Accangau por lo que había
sido demasiado burlón. Acangau se puso a comer , mientras comía se puso a decir: -Parece comida que necesite manos para bajar, con las manos se le hace mas dulces y mientras tanto seguía rasgándose el cuello. "Con las manos baja bien esta comida" y rasga, rasga... hasta que de tanto rasgarse empezó a salir sangre del cuello. - "Yo soy Acangau, el hombre burlón que en lugar de trabajar hacia rodar las piedras desde la cumbre del cerro -- dijo Acangau -- engañando hice esto.
Y gritando " Atatau tau tau tau" voló hasta el gran árbol llamado lupuna, la Madre de los arboles. De arriba del árbol dijo: - Así queda acontecido para que las generaciones futuras la cuenten".
Después de todo esto las tres mujeres, quedándose solas se dijeron: - Vamos a ver que tal es al chacra de Quindi, como ha trabajado. Se fueron entonces y cuando llegaron frente a ellas se extendía una chacra inmensa, entre cuatro cerros, hasta la base de casa uno, todo estaba tumbado, se veía todo despejado, abierto. Se asustaron las mujeres viendo tanto trabajo. Quindi había trabajado muchísimo. "El mismo Quindi que ellas habían despreciado".
"Vamos a sembrar todo esto" se dijeron. Cada mujer de un lado diferente empezó a sembrar así para acabar pronto y encontrarse a medio chacra, Bajo el sol fuerte, sin el alivio de algún árbol, en la inmensa chacra de Quindi avanzaban sembrando las tres mujeres y gritando se llamaban entre ellas para animarse: -"¡Uh! Uh! Uh! Uh! Hermanita, ¿Estas sembrando?" --- Uh! Uh! Uh! Hermanita ¡Siembra! ¡Siembra!.
Pero la chacra esta tan grande que no podían, sembraban, sembraban y n lograban encontrase, nunca terminaba la chacra, hasta que se perdieron. Para encontrarse seguían gritando "Uh! Uh! Uh!" y de tanto gritar se volvieron sapos. Ahí mismo se quedaron perdidas, no lograron salir mas, en la chacras de Quindi se quedaron. Pucsiri ya vencida, no pudieron mas con su palo para sembrar, se transformo en pajaro, en el pajaro Pucsiri y dijo: "Así dejamos acontecido para que las generaciones futuras lo cuenten, cuenten lo que ha pasado en los tiempos antiguos".
En cambio Jubin y Oncolo se volvieron sapos y dijeron: "Así dirán las generaciones futuras: A fuerza d gritar en la chacra se han vuelto sapos verdes, la piel llena de pintas, diciendo solo" Uh! Uh! Uh! Se han vuelto sapos a los pies del cerro.