LA GUERRA DEL PRINCIPIO DEL MUNDO

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Fueron muchos los cuidados que tomo júpiter cuando penetro en el palacio de su padre a quien, -quiso la fortuna, encontró en pleno sueño. Vertió entonces el contenido total del frasco en la copa dorada de Saturno y se oculto tras el espeso cortinaje de la habitación. Al rato, con sonoro bostezo despertó el dios del Tiempo y tal como acostumbraba luego de un reparador descanso, escancio en el deleite su copa de licor espirituoso, limpiándose groseramente los labios con el borde de su túnica.
Había pasado unos pocos momentos, cuando el filtro hizo efecto y Saturno empezó a sufrir tremendas arcadas y convulsiones, retorciéndose con tal violencia, que pareció próximo a la muerte. Con un rictus espantoso dibujado en el rostro y con los ojos a punto de saltarse de las orbitas, sentía que sus tripas luchaban por escapar de su vientre. En un estertor final, abrió tamaño boca y fue lanzado sobre la alfombre, uno por uno, los hijos devorados hacia cientos de años, cuando estaban recién nacidos y que habían crecidos en su interior, para ser devueltos ahora vivos y con formas de adulto. Así , quedaron restituidos ilesos, los hermanos de sangre de Júpiter, antaño engullidos por el monstruoso padre; el callado Plutón, el impetuoso Neptuno, la blonda Ceres, la casta Vesta, y la bella Juno.
Acto seguido, el joven y valeroso dios, descendió al tártaro para liberar a los que la ambición y crueldad de Saturno había sepultado en la mas negra profundidades. Rotas quedaron las cadenas que aprisionaban por la eternidad a los Hecatonquiros y también a los Ciclopes, gigantes de un solo ojo, afamados como prodigiosos artesanos quienes, una vez libres, encendieron las fraguas para fabricar la mas formidables de las armas, los terribles rayos con los que Júpiter podría fulminar en el acto a cualquier enemigo. Fabricaron también el tridente, atributo inseparable de Neptuno y el casco mágico que hacía invisible a Plutón.

Temerosos de la fuerza combinada de sus hijos olímpicos, Saturno se alió con su hermano titan y junto con otros Gigantes de aspectos horroroso como Geo , Crio, Hiperion, Japeto, Atlas y Menecio, intentaron defender su macabro reino de sombras, consiguiendo este objetivo durante diez años, en el que se resistieron uno tras otro  los formidables embates del enemigo comandado por Júpiter y sus hermanos, a quienes secundaban los formidables Hecantoquiros, conocidos también como Centimanos (los de cien manos), quienes eran gigantes con 1000 brazos y 50 cabezas, hijos de Gea y Urano que arrojaban rocas de cien en cien a los Titanes. A la larga, Saturno y los terribles Titanes fueron vencidos luego de una colosal batalla en las que las fuerzas siniestras desplegaron inútilmente todo su inmenso poder. Los vencidos siniestros desplegaron todo su inmenso poder. Los vencidos fueron arrojados a las eternas profundidades del Tartaro. Júpiter y sus hermanos pudieron entonces gozar de la gloria de la victoria y realizar el reparto del ansiado botín. El universo Júpiter supuesto, fue aclamado como soberano indiscutible, a Neptuno le correspondió el dominio de los mares y Plutón, dueño de un carácter pesimista y triste, se contentó con el reino de los muertos. Durante la guerra Océano y las Titanes Gea, Rea, Temis, Mnemosine, Febe y Teis, habían decidido permanecer naturales, y por ello fueron perdonados por Júpiter. Algunos otros titanes que no recibieron la pena del encierro del Tartaro fueron Atlas, Cronos, Epimeteo, Menecio Prometeo. Jupiter reservaba a Atlas la tierra debido a las catastrófico de la guerra, Júpiter ordeno a Atlas soportarse los cielos sobre sus espaldas por toda la aternidad. Epimeteo, Menecio y Prometeo decidieron jurar lealtad a Zeus y le brindaron su apoyo posteriormente. Se dice que Saturno fue luego perdonado por Jupiter, y quedo como soberano de las islas de los Bienaventurados. Los Hecatonquiros se establecieron en las mansiones en el rio Oceano, convirtiéndose en los celadores de las puertas del Tartaro.
Pero Gea, la Madre Tierra, no se conformaba con que sus hijos vencidos permanecieran atrapados en lo profundo de sus entrañas y llamo a los Gigantes, espantosos engendros de tamaño descomunal, hijos de Titan, y los indujo a que atacaran a Júpiter. Así se inicio una nueva batalla en la que fantásticas criaturas dotadas de larga y un centenar de poderosos brazos, arrancaban la cima de las montañas para lanzarlas contra el pecho de Júpiter, pero este puedo resistir por tres veces el increíble ataque. Sin embargo, los enemigos eran muchos y terribles. Cada combate estremecía la tierra, amenazando con despedazarla. Los monstruosos engendros intentaban alcanzar el Olimpo en donde se refugiaba la familia divina y parecía imposible que la invasión se pudiera evitar. Lo mas destructivos entre los enemigos de Júpiter fueron: Tifon y los Aloidas.
La batalla definitiva con los gigantes se libró allí donde habitaban, en la tierra ardiente de Flegra. Los enormes guerreros sufrieron suertes diferentes. Cuando Encelado trataba de huir del campo de batalla, Atenea Minerva lo aplasto con la inmensa masa de la isla de Sicilia, donde quedo atrapado, su aliento de fuego surge en los ytiempos actuales, cpomo las amenazantes fumarolas del Etna. Mimas fue sorprendido por Vulcano quien lo sepulto bajo una montaña de metal fundido, -el monte Vesubio, en la que todavía sigue preso. Polibotes fue atrapado por Poseidon, quien le arrojo un trozo de la isla de Cos; dando lugar al surgimiento de la isla de Nisiros, Mercurio engaño a Hipolito, atrapándole gracias al casco que le hacia invisible. Gration recibió en el pecho las flechas de Artemisa, Baco desmayo a Eurito con un golpe de su tirso. Las Moiras mataron a Agrio y Toante con fuerte golpes de sus mazas de bronce.


La gran batalla por el dominio del Universo llego a su final. Los titanes y los Gigantes que no fueron muertos quedaron encerrados por toda la eternidad en las entrañas de la tierra. Un prolongado periodo de paz iba a ser disfrutado por los dioses y pudo aparecer, por fin, una nueva criatura que habría de poblar el mundo: el hombre

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