Ica

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La tierra del sol y de la vida, aparte de sus características especiales, muestra asimismo los comunes a la costa: alegría, empaque y lisura.

Por eso, los hombres en su cantar, aunque dolidos, lanzan su desafió en copias como estas.

 "Anda vete, si te vas
  no me das pena. maldita
  que la pena de tu amor
  con otra se me quita.

La huaca "La Centinela" continua guardando vigilante y misteriosa el valle de Chinha. Ya no se ve refulgir sobre ella "La Campana de oro, que vieron nuestros abuelos. Su sonido fino y cantarin, su repicar tres veces diariamente, ses extinguió por la codicia de unos comerciantes.

Sucedió que cierto medio día se mostró refulgente a unos pobres arrieros; quedo inmóvil en lo alto de la hueca, como incitándolos. Sorprendidos primero, pero con la mayor decisión luego, se apearon de sus bestias y, corrieron a atarla antes de que rodara a bañarse en la acequia, como diariamente alisaba.

Los arrieros, sin temor a los totorales que rodeaban la huaca en los cuales se perdían innumerables personas que se dejaban tentar por los hermosos plántales que allí crecían o por los blanquísimos patos que nadaban y escondían en su contorno sin temor a la muerte lograron sacarle hasta terreno firme.

Avisados del hallazgo, llegaron los comerciantes en precipitada carrera; entablan dicha con los  arrieros  y logran apoderarse a su ves de la codiciada campana. Mas esta se desprende y de un salto se hundió en las aguas.

Y existe la creencia de que "La campana de oro" volvió a la Huaca y yace sepultada en sus profundidades.

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