
Fue después de uno de estos agasajos que el cacique ce Mocce; que era malvado y ambicioso, abusivo y cruel, enfermo. Cuando sus familiares y súbditos se dieron cuenta de su cercanía muerte y de la imposibilidad en que se encontraba para para ejercitar sus acostumbradas venganzas y castigos, pusieron en libertad a los prisioneros, que en buen numero habitaban los subterráneos del palacio, soltaron a los animales, saquearon los graneros y destruyeron la propia casa del cacique. Solo fue respetado el cuerpo del moribundo que se hallaba situado en un aposento ubicado en el centro del palacio, todo cubierto con esteras o mejor dicho, revestidos de esteras,
Cuando los sublevados ingresaron a este aposento, encontraron que sobre el cuerpo del cacique, ya agonizaba, en el pecho del mismo, se había posado una lechuza de las cercanías, animal que lanzo un grito estridente, imitando la voz áspera del propio Tancum, en cuyo mismo instante el indio espire.
Y desde aquella lejana época, el grito de la lechuza fue anunciador de una muerte cercana y aquella ave se torno en agorera y nocturna.