
Un campesino indio, recorriendo su chacra, tropezó con el, lo cogió y advirtiendo que convenía como tranquera lo puso a servir. En las noches, el zorro rompía su encantamiento y merodeaba por la campiña haciendo fácil la caza. Luego al amanecer tornaba a su sitio convertido de nuevo en leño. El labriego indio, bien pronto malicio el engaño y una noche cogió el palo y lo agarro, al fuego donde hierva olorosa jora. Al comienzo, el zorro solo advirtió un agradable calor, pero bien pronto empezó a quemarse. Al sentir el dolor, rompió el encanto y huyo velozmente hacia el arenal. Pero el fuego había comenzado su obra, y antes que huyera el muy vivo, ´parte del leño se había tostado. A ello se debe el calor bruno oscuro del lomo de la cola coposa del zorro peruano.