
Días después fueron noticias por unos vecinos, que los viernes en noche de luna llena habían visto que una criatura al borde del puquio se ponía a llorar, pero que cuando se aproximaban para ver lo que pasaba se sumergía en el. Con estas información los padres esperaron el día propicio y en compañía de varios vecinos se dirigieron al sitio indicado, pastando sogas y rosarios para romper el maleficio.
Llegados que fueron, contestaron que efectivamente a la orilla del manantial lloraba una criatura en quien los padres reconocieron el hijo desaparecido. Entonces sigilosamente se aproximaron a donde se hallaba el niño y luego de agarrarle lo condujeron a su casa, amarrado con sogas para evitar que se escapara. Mas los pocos días el niño murió, por mas esfuerzos que hicieron los padres y pese a la intervención del mejor brujo que contrataron para que le sacara el mal de espanto.