Leyenda de la Huaca Pintada del Illimo

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La Huaca Pintada, que se encuentra a cosa de un Kilometro hacia el sur del pueblo de Illimo, fue primitivamente un santuario o templo religioso consagrado a la adoración de la Luna, los ríos, las lluvias, las iguanas y las arañas. Estaba construido totalmente de adobon, sin ningún adorno o pintura, bien fuera interior o exterior.

Antes del gobierno del Inca Pachacutec esto es cuando aun no se había verificado la conquista de los Yungas ´por los Incas, el sacerdote que dirigia las actividades de aquel santuario, llamado Anto Tunga, soñó que el Sol se le acercaba quemando totalmente el santuario y que le dejaba en la cara, el aspecto y el color de aquel astro, como para recordarle que estaba abligado a rendirle el tributo de su adoración.

Pero el viejo sacerdote, rehuyendo el aviso, continuo ofrendando sus sacrificios y sus libaciones, sus votos y, sus oraciones a la Luna, a las aguas y a los animales, desdeñando el ensueño premonitorio. Pero cuando, en la madrugada, despertó e hizo sus preparativos, del cocimiento del maiz de la chicha sagrada con el cual propiciaba a sus dioses hallo el santuario totalmente coloreado de rojo, en su exterior y en su interior que los muros estaban decorados por tres colores: rojo, el Sol, el azul, el cielo y amarillo,. el oro, y sintió en su faz de aquel fuego calcinante de Sol que le quemaba en la noche anterior y cayo muerto, pero ostentando en la cara, como siguió del poder del astro, una mascarilla de oro.

Y la Huaca Pintada de Illino fue decorada por el mismo Sol y la mascarilla de oro, encontrada en la Huaca, a principios del siglo actual, era la de Anto Tungal, castigado asi por el astro debido a su negativa para adorarlo, por no haber querido establecer el nuevo culto de los Incas, en los  pueblos Yungas, y como un seguro aviso de la próxima conquista de los triunfadores del Cuzco

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