
Sus compañera, desesperada y cansada de llamarla, regreso al pueblo, dio cuenta de lo sucedido a los padres de la joven y ellos, igual que todos los vecinos del pueblo, aseguraban que el chullachaqui la había robado.
Por suerte en esos momentos, pasaba por allí un fraile misionero montado en su caballo, con dirección a un pueblo cercano y todos le suplicaron que bendijera esos caminos y cerros. Después de la bendición, con gran sorpresa para todos, la joven desaparecida salió de la selva, cubierta de hojas y vomitando un liquido verdoso.
Fue muy triste por que se perdieron las jovencitas
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