Mitos de los Amuesha

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En tiempos muy remotos  vivían en la tierra de los Amuesha los hermanos Yatash y Yachur. Eran estos dos lagartos, macho y hembra, que tenían su choza en el bosque y llevaban vida limpia y pura.

Un día, al salir al campo en busca de frutos con que alimentarse, hallaron unas flores muy lindas que fascinaron a Yachur, la que las recogió y oculto en su seno.
Mitos de los Amuesha

Pero al volver a la casa notan que se oscureció bruscamente la atmósfera; sobreviene una tempestad, acompañada de relámpagos y truenos, cae un rato al mismo tiempo las flores desaparecieron del seno de la muchacha y queda fecundada.

Al aclararse nuevamente la atmósfera, aparece en el cielo un hermoso arco adornado con las propias flores que la niña recogiera en el campo.

Notándose embarazada y presa de temor y de vergüenza, Yachur avisa a sus padres lo sucedido.

Las gentes, que entonces eran tigres y lagartos, suponen que el hermano es el autor del hecho.

Yatash niega haber tocado a su hermanan, pero la gente no se convence, y todos deciden matarlo, para ello incitan a los curacas y gentes que hay en la tierra.

Los curacas mas ancianos se empeñaron en descubrir al padre y casi todos señalan a Yatash.

Solo un viejo curaca, el mas sabio de todos, opina que Yatash es inocente, es el rayo, dice, quien ha fecundado a Yachur, ella dará a luz dos niños un varón, la Luna, y una mujer, el Sol.

La grata noticia fue recibida con grandes manifestaciones de alegría, porque hasta aquel entonces carecen de estos astros.

Un día al dirigirse la muchacha  a una fuente próxima para sacar un poco de agua, encontró en su camino a la vieja tigre Patonille. Esta sabedora del tesoro que llevaba consigo aquella, la ataco y devoro; entonces del vientre de la muchacha salió tal abundancia de agua que se formo un rio, y gracias a ellos, los niños arrastrados por la corriente se escaparon y alojaron en el fondo de aquel.

Notando la gente que demoraban mucho en volver Yachur, salen en su busca, y no encontrandola, increpa a Yatash por su falta de cuidado con su hermana.

El pobre Yatash recorre el campo en busca de ella, por todas partes la llama a gritos, y desesperada mente de no hallarla, llora desconsoladamente durante cinco días sentado en la margen del rió.

Pero un día, cuando ya había perdido toda esperanza, ve con asombro y alegría, que el Sol y la Luna, resplandecían en el fondo del aquel.

Lleno de entusiasmo, busca la manera como atraerlos, y con este objeto, se dirige todos los días cautelosa mente al rio a observarlos y aprovechar la ocasión propia para lograr su propósito. Pero los niños, que no ignoraban las ansiedades y propósitos de Yatash, tenían buen cuidado de esconderse tan pronto como lo divisaban.

Una mañana, Yatash logra ver a los niños que jugueteaban en la arena a orilla del rió, y aunque puso todo su empeño por cogerlos, fracasa en sus deseos.

Decepcionado y convencido de la inutilidad de sus esfuerzos, demanda el auxilio del curaca de la tribu. Este reúne y comunica la feliz la noticia a todos. Todos entonces deseaban poseer a los niños, para lo cual encomiendan este trabajo a los mas valientes y hermosos, dejando a un lado al pobre Yatash.

A pesar de que se valen de todo genero de artificios para hacer que el Sol y la Luna salgan del fondo del rio, también fracasan.

Se reúne nuevamente la tribu y consultan a los curaca y ancianos lo que en este deben hacer, y estos dicen, que solo Yatash, es el único que puede lograrlo.

Cuando llega a conocimiento de Yatash lo dicho por los ancianos, se llena de alegría y acepta gustoso la comisión que le encomiendan.

Para ello se provee de un palo largo, en cuyo extremo amarra un tronquito, de dirige al rio, y durante cinco días llaman la atención de los muchachos moviendo el palo, y cuidándose de no ser visto. Atraído por la curiosidad del tronquito que se movía en la superficie del agua, salen los niños, entonces Yatash se lanza sobre ellos, se apodera del Sol u no lo suelta a pesar del terrible fuego que lo abraza. Las gentes que da cerca observan esta escena se precipitaron entonces sobre la Luna, que en ese momento ayudaba a librarse al Sol. Los amuesha quedaron así en posesión sel Sol y de la Luna; celebrando el acontecimiento con bailes y bebidas. Y a fin de tenerlos seguros los tuvieron amarrarlos en unos arboles.

La vieja Patonille
alega entonces que estaba obligada a mantener y cuidar a los muchachos por ser ella la que había devorado a la madre.

Los chicos eran muy traviesos e irritaban continuamente a Patonille, la que no deseaba soportar por mas tiempo sus travesuras, resuelve comérselos; para lo cual, después de preparar una olla grande con agua hirviendo, invita a una comida a todos los de la tribu.

Mientras llegan los invitados, y a fin de tener a los muchachos a su lado y que maliciaran de su intento, les pide que lo saquen los piojos de la cabeza, como solían hacerle a veces.



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