Presagios

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El hombre mas viejo del pueblo, con la cara surcada de arrugas y un indudable gesto de cansancio, iba sin embargo, de un sitio a otro, llevando la espalda curvada por entre calles y chacras. Sus pies se hundían entre la hierba o resaltaban sobre las piedras. Su figura era familiar en el pueblo y sus contornos, y no pocas veces, uno o mas persona, pendientes de sus labios, escuchaban muchas cosas que sabia decir el anciano con voz ronca y ruido lenguaje. Aquel día fue yo el que estuvo junto a el. Por desgracia, no se le ocurrió aludir  a leyendas o tradiciones sino que emprendió el camino de los presagios y tuve que escucharlo en silencio, porque era frecuentes sus accesos de ira cuando se le contrariaba en algunas forma, interrumpiendo, entonces, el relato, para no reanudarlo mas por lo menos en el mismo día.

Presagios"Cuando una añaz- decía el anciano- visitaba una habitación aciertas horas de la noche, en un sitio en que este animal no vive, es porque alguna persona de la familia se va a ir al otro mundo. El animal tiene dentro del cuerpo el espíritu que va a morir, el cual espíritu esta despidiéndose de la tierra".

Demostré que me interesaba su relato, aunque yo sabia muy bien lo que me estaba contando. El viejecito, que era un gran charlatán, continuo de este modo:

-Muy mal agüero es, también, el canto de los tucos, pachatucos y otros, en la noche, cuando se posan ya sea en los arboles o en los techos.

-¿Mueren también las personas?- le pregunte por decir algo.

-Seguro- me contesto el viejecito- Y continuo como si hablara consigo mismo: Estas mariposas de la noche que llevan mas calavera bien dibujada, esas son también muy mal anuncio. Y si una lagartija pasa entre una pareja es porque los dos se van a separar para siempre. Si tu perro se pone en aullar es porque te vas a morir, - me dijo amenazándome con el dedo, no sin que yo sintiera temor. lo mismo si canta tu gallina como si fuera gallo.

-Iba a seguir enumerando otras cosas por el delito, cuando yo me separe pretextando cierto motivo que no le hizo, por supuesto, mucha gracias, porque el, en cuanto se conseguía una persona dispuesto a escucharle, procuraba tenerlo en su compañía el mayor tiemplo posible.


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