Que Refiere la curiosa aventura de Rutsi con El Enano Muqui y su amistad con El Arriero

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Cuando el hombre hubo acabado su narración, Rutsi se sintió muy agradecido por lo amable que había sido con el. Pero había bebido tanta chicha que apenas podía tenerse sobre las piernas. Salió de la casa dando traspié y siguió calle abajo, cantando alegremente. Pronto quedaron atrás las casuchas del pueblo y cuando menos pensó se encontró en los cerros, muy próximo a una gran mina, donde se escuchaba el renco sonido de los carros cargados de minerales que empujaban los indios y las voces de mando de los capataces. Los hombres que entraban y salían de la negra boca semejaban una colonia de hormigas diligentes, en torno de su hormiguero.

Rutsi estaba completamente embriagado. Así no supo como fue a parar dentro de las oscuras galerías de la mina, donde se quedo profundamente dormido. Cuando despertó habían pasado muchas horas. Junto a el vio un hombrecillo diminuto con la cara tiznada. ¿No adivináis quien era? Pues Muqui, el duendecillo de las minas, a quien los hombres sabios llaman gas letal. Es este un enanito juguetón y maligno .

-Ven conmigo- le dijo-pues te vas a divertir...

Rutsi siguió por los laberintos de la mina y entonces vio como Muqui, andando de puntillas, iba de los hombres, apagándoles la luz o los adormecía solándoles en el rostro, cuando se sentaban a descansar.

-Eres mío- dijo Rutsi a modo de reproche. Por toda respuesta Muqui soltó una estruendosa carcajada, que las paredes de roca devolvieron repetidas veces.

Despues de presenciar las travesuras de Muqui, esta le enseña los tesoros que guardaba en lo mas profundo de las galerías y le lleno los bolsillos de unas piedras brillantes.

-Ahora eres rico- le dijo- Ya no necesitas trabajar.

Rutsi se despidió muy contento.

Cuando salió de la mina ya el sol estaba muy alto. Entonces volvió donde sus amigos los padres del pastorcillo, pero no le recibieron con las mismas alegría del día anterior. Todos estaban tristes y silenciosos. Al interrogar a la mujer, esta contesto que el marido había sido despedido del trabajo y que tendrían que buscar otro lugar en donde ganarse la vida.

Ruter consoló diciéndoles que el podría ayudarlos porque se había vuelto rico. Y sacando las piedras brillantes de su bolsillo de las mostro muy ufano.

-Son muy bonitas- le dijo el hombre- pero no valen nada. Es roca cristalizada.

Entonces Rutsi, muy avergonzada, salió corriendo del pueblo y fue a buscar a Muqui, el maligno duendecillo que lo había engañado.

-¿Por que me has dado esas piedra en lugar de oro?- le pregunto. Muqui rio malignamente.

-¿Y por que te iba yo a regalar mi oro? ¡Por tu linda cara? Otra cosa seria si tuvieras algo que darme en cambio.

Rtsi pensó entonces en flecah mágica. Era la ultima que le quedaba. Se le mostro al duende y le explico que era encantada y que ningún tiro eraria con ella.

A Muqui le brillaron los ojuelos de codicia. Enseguida corrió dentro de la mina y salió muy afano arrastrando un pesado lingote de oro.

-Aquí esta- le dijo- pero dame también el arco para dispararla.

-Con mucho gusto- le respondió Rutsi.

-Y me enseñaras a manejar lo.

Tambien esta vez Rutsi le contesto afirmativamente. Era ya la madrugada. Un gran cóndor volaba majestuoso sobre sus cabezas.

Muqui tomo el arco y bromeando apunto al enorme pájaro. Pero el arco se disparo hiriendo al cóndor en la ala. Este enloquecido de dolor fue a perderse tras de las altas montañas.

-¡Bueno lo hemos hecho! -exclamo Muqui.

-Dame el oro. Yo no tengo la culpa- le dijo Rutsi.

-Ni yo tampoco - contesto enfurecido el enanito. Y antes de que Rutsi pudiera impedirlo, el maligno Muqui desapareció con un lingote de oro, por la negra abertura de la mina.

Rutsi desconsolada corrió hacia las montañas decidió a recuperar su flecha de plata.



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