Los Hombres de la Apuesta

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Nuevamente unos jóvenes que les gustaba la apuesta para todo. Decidieron hacer una apuesta para ver quien comía gratis y esta vez la victima de la apuesta iba a ser el sacerdote del pueblo. Era un señor muy respetado, ´pero decían, que era muy egoísta y ambicioso. Si por que no le gustaba que la gente lo visitara ni mucho menos invitaba a nadie a comer por el contrario pedía mas limosnas. La apuesta para comer con el cura era todo un reto y no importaba que armas se usaran para lograr la apuesta. El mas habiloso se dirigió a la casa cural; toc - tac - taco la puerta y salió el padre ¿si? Padrecito soy un alma de Dios- no atiendo, no atiendo. Pero señor cura ¿Cuánto vendría a cortar un pelotón de oro?- shisa ¡Cállate hijito pasa, pasa! y el vivo seguía preguntando: ¿ Cuanto podrá costar? y el cura decía cállate!  entra para que comas algo y el otro pero padrecito padre. Cállate hijo cállate. El hombre ya sabia la debilidad del cura y entro con cara de preocupado. El cura lo miraba de reojo y sin decirle nada mando a poner un mantel blanco y la mejor comida y vino que tenia. El otro nada tonto. Seguía insistiendo en que la dijera cuanto podría costar el pelotón de oro. El Padre le decía come hijito después hablaremos. Pero padrecito. No hijito mas tarde, mas tarde. Llego la noche y los de afuera esperaban con ansiedad que suerte había tenido su compañero. Esperaban que saliera maltratado por jugarle una broma. Pero adentro de lo mas lindo el otro dormía después de haberse dado una llenada de panza. Y a a la hora el cura le despertó diciendo ya hijito espera que te hayas llenado. Pero que me decías. El otro haciéndose el dormido no le contestaba. El cura después de zamaquearlo con mas fuerza lo despertó totalmente. El vivo le dijo padre que me estaba diciendo. El cura lo miraba y decía hijito ya no te acuerdas de que me estabas hablando. Ya se padrecito pero venga mas acá para conversar le decía mientras se acercaba a la puerta. Ya hijito que me decías. Padrecito señor curita yo le estaba diciendo ¿Cuánto podría valer un pelotón de oro? Y , hijito donde esta hijito para comprártelo hijito, y el vivo abriendo la puerta y corriendo le decía yo le decía yo le preguntaba nomas para saber cuanto valdría cuando la encuentre. Las ultimas palabras ya n se escuchaban por la risa de los raros compañeros del hombre que corría riéndose del cura que rojo de ira corría lentamente tras de ellos.

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