La Confesion de Naylamp

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Naylamp estaba enfermo. Entonces de  tristeza, porque la lluvia benéfica se había retirado de los cielos y los hombres, animales y sementeras se morían de sed.

El jefe mochica ordeno que todos los habitantes pidieron a las  huacas su ayuda y que lloraran impetrando el favor de las estrellas, que ofrecieron a aquellas sacrificio de sebo, coca, harina de maíz y chicha, privándose hombres, mujeres y niños de comer sal y ají, y a las estrellas que les dieran el sacrificio de sus lagrimas.

El mismo jefe mando poner su ropa repartidas por todos los caminos que conducían a los dos huacas principales, su templo y su palacio, que eran las huacas. Chotuna y Sioternic, para que esparciéndose el mal entre los caminantes y los vientos, desapareciera su enfermedad. Luego se baño en un poco artificial que contenía chicha en lugar de agua, contrariando la formula del ritual que ordenaba hacerlo en los ríos y lagunas, para que el agua se llevara la enfermedad o el pecado y en lugar de la abstinencia de sal y ají, decretado por el mismo, consumió ambos condimentos. Por lo tanto, el cielo permaneció mudo ante las suplicas y sacrificios, las tierras entecas y los hombres y animales siempre sedientos.

Para mayor castigo y sarcasmo, en el propio momento de la realización de estos actos, apareció en el lejano horizonte un arco iris y Naylamp, contrariando la tradición que establecía.

Por eso precisa enterrar a los muertos en las arcadas de los cerros, con abundante alimento, para que estén junto al Sol y por su mismo camino.

Cada< cerro tiene una alma propia y otra colectiva o grupal. La primera esta formada por la vida oculta del mismo cerro y que ha encontrado el descanso eterno en su seno.

El alma propia del cerro de las almas de que es guardadora, las defiende y se personifica con ellas. Es tal su decisión y su poder que aquel que pretendiera arrancarle sus secretos o sus tesoros, seria atacado del " mal del cerro" o en cambio se lo " comería el cerro". Aquel mal consiste en una tristeza completa y constante, que conduce irremisiblemente a la muerte a ser vista jamás, porque el cerro la tomara para si y depositara en sus entrañas.

Pero como el propio espíritu del cerro y su alma colectiva necesitan personificarse para vivir, y como solamente la culebra penetra libremente en las entrañas de los cerros, estos se convierten en culebras de oros, lo que encierra un doble símbolo, ya que el ofidio representa a la tierra, el cerro y al hombre y el metal al Sol, a Dios y al tesoro.

Aquel ser humano que coja o mate a la culebra de oro, poseyendo con ello la clave del enigma, se hará dueño del tesoro, del alma del cerro y de las almas de aquellos que tienen en el su sepultura y que tan avaramente se guardan.

Y ese hombre, dueño del secreto, podría producir a voluntad el "mal del cerro" o hacer que los hombres sean "comidos por los cerros". Seria, pues, el creador de la muerte.


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