
Terminada la corta época de la infancia, llego para Zeus la hora de cumplir con su incluible destino. Vestido con una cota que lo hacia invulnerable, manufacturada con la piel de la ya difunta cabra Amaltea (la que mas tarde seria elevada a los cielos en la forma de la constelación de Capricornio), el poderoso Zeus emprendió el peligroso camino hacia la lejanía tierra de su padre, para disputarle el dominio del mundo. El joven señor llevaba en su morral un frasquito que contenía una pócima proporcionada por la diosa Metis, la Prudencia que tenia la propiedad de provocar insoportables trastornos a quien la bebiera.