Indagando sobre las causales de esta visión, que era aceptada por los hombres, temida por las mujeres y terrorífica para los muchachos, la tradición nos cuenta los siguientes hechos: Fray Francisco Diaz de Cabrera fue el primer Obispo de Trujillo, pero debido al terremoto que tuvo lugar en dicha ciudad, el 14 de febrero de 1619, llamado el terremoto de San Valentin, se traslado a Lambayeque, estableciendo su sede en la ciudad. A pesar de la orden dada por el Virrey del Perú, Principalmente de Equilache, para que regresara a Trujillo, el Obispo Cabrera se resistió y desobedeció, habiendo muerto en Lambayeque, el 15 de abril de 1619, siendo por lo tanto esta ultima ciudad, sede del Obispo de Trujillo por algo mas de dos meses.

Según parece, el Obispo Cabrera, que había instalado su oficina en la indicada Escuela de la Patria, seguramente para estar cerca de la Iglesia y de la casa parroquial, le había mortificado profundamente la orden y no solo la había desobedecida, sino que le había enviado recados y poco efectuosas al Virrey, quien exasperado por tales hechos le mando decir que ya tendría "oportunidad de agarrarlo". En cambio, el Obispo, que tentó con responder: "Primero lo agarrare yo", y pretendió fortorio, pero la muerte piadosa se lo llevo a la tumba, junto con su cólera y sus deseos.
De qui resulta claramente explicado por que el Obispo , no habiendo podido "agarrar" en vida al Virrey, pretendía hacerlo ya muerto, y por cuya causa todas las noches, alrededor de las diez, hora que falleció el Obispo Cabrera, su mano peluda y gordiflona vaga en búsqueda afanosa del Príncipe de Equilache, quizás para darle alguna mojicones o tal vez para hacerle el signo del maleficio del anatema.
Con el fin de contrariar, hasta el mayor extremo el Virrey del Perú, el Obispo Cabrera, no solo quiso regresar de Obispo a Trujillo, sino tampoco quiso entrar allí en calidad de cadaver y, para este fin, dio instrucciones precisas para que se le enterrara en la iglesia de Lambayeque.
Y en efecto, el Obispo de Trujillo, Fray Francisco de Cabrera, se encuentra sepultado en el altar del Rosario, como religioso dominicano que era, entre la pared maestra que sostiene el retablo y el camarín de la Virgen. Cuando el cura de Lambayeque, don Justo Modesto Rubiños y de Andrade, da 1777, después de mas de un siglo, hizo el retablo antiguo por el nuevo, encontró el cadaver, con su mitra de cartón dorado en el ataúd las letras siguientes: Y R.D.D.F.F.- C.E.I, que tradujo así:" Ilustrísimo y Reverendisimo Señor doctor don Fray Francisco Cabrera, Obispo de Trujillo.
fin de