
Cierta día pensaron cavar la tierra por donde salía siempre el Inca y taparon con esteras para ocultar lo que habían hecho, esto era con el propósito de que cuando haya caído en el hueco, matarlo a flechazos y con sus mazos. Haciendo estos preparativos durante la noche, los jóvenes y todos los moradores del pueblo se fueron a presenciar lo que pasaba. Al siguiente día, viendo que se acercaban los jóvenes, el Inca salto al encuentro siempre de costado para poder agarrar y esquivar las flechas que venían contra el, haciendo unos pasos cayo en el hueco preparado, pero como había cavado a la altura de la cadera del Inca salio inmediato y se puso furioso y empezó a matar a todos los jóvenes y hombres que fueron a presenciar su muerte. Después de mucho tiempo volvieron a realizar la misma trampa al Inca esta vez con la experiencia de la vez pasada cavaron a la altura del pecho.
